Un relámpago no ilumina tu camino,
no te sirve como si fuera una lámpara en tu mano;
sólo te da un fogonazo,
un vislumbre del camino que tienes por delante.
Pero ese vislumbre es precioso;
ahora tus pies estarán firmes,
ahora serás fuerte,
ahora tu determinación de alcanzar
tu destino se verá fortalecida.
Haz visto el camino,
sabes que está ahí y no deambulas sin dirección.
Un fogonazo de luz y vislumbrarás el camino
que tienes que recorrer
y el templo que es el destino de tu viaje.
He oído una historia de dos hombres
que se perdieron en el bosque
una noche muy oscura.
Era un bosque muy peligroso,
lleno de animales salvajes,
muy denso y rodeado de oscuridad.
Uno de los hombres era un filósofo
y el otro era un místico.
De repente estalló una tormenta,
las nubes se abrían
y había grandes relámpagos.
El filósofo miraba al cielo,
el místico mantenía la vista en el camino.
En ese momento hubo un relámpago
y el sendero se iluminó delante de ellos.
El filósofo miró al relámpago y se preguntó:
“¿Qué está pasando?”, perdiendo así el camino.

Si estás perdido en un bosque
aún más denso que el de esta historia.
La noche es más oscura.
A veces viene un relámpago:
debes mirar al sendero.
No me mires a mí, mira al sendero.
Si me miras a mí, perderás tu oportunidad,
porque el relámpago no se volverá a repetir.
Sólo dura un momento,
y los momentos en los que la eternidad
penetra en el tiempo son muy escasos;
son como relámpagos.
Y cuando empieces a vivir,
las cosas ordinarias adquieren
una belleza extraordinaria.
Cosas pequeñas
-la vida consiste en cosas pequeñas-
pero cuando les aportas la cualidad
de un amor intenso y apasionado
se transforman,
se vuelven luminosas.

OSHO

¿Quieres recibir los elixires en tu correo?

Suscríbete vía email:

Delivered by FeedBurner

Etiquetas: , , , ,

Leave a Reply