En el deambular de los espejos
En éste deambular de los espejos,
lo humilde de las dunas asombra.
Es el más singular plagio que se pueda hacer del infinito.
Una y otra vez, se reproducen
las ondas troqueladas por el viento
en la fuga permanente de la arena.
Es esa alteración imperceptible de la imagen,
tergiversada en el cristal de la luna
cuando aparece al mediodía, mitad humo, mitad nube.
Fantasmas que se corren por milímetros en su orfandad de sueños.
Duendes que, en la paradoja mayor de la utopía,
crecen con la borrasca idealizada del cuarzo.
En el rubor del contorno incierto que es la vida,
las dunas y el espejo se abochornan de la quietud del cielo:
tan fijo, tan azul, tan sosegado que no pueden reflejarlo.
Juan José Mestre
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