Pobre entré a la Presidencia y pobre salgo de ella;
pero con la satisfacción
de que no pesa sobre mí la censura pública,
porque dedicado desde mi tierna edad al trabajo personal,
sé manejar el arado para sostener a mi familia,
sin necesidad de los puestos públicos,
donde otros se enriquecen con ultraje de la orfandad y de la miseria.
Don Juan N. Álvarez,
después de renunciar a la presidencia
de la República de México en 1855.
Se el primero en comentar