Un día feliz

Mi receta simple para un día feliz es esta: para, despierta, mira y está atento a lo que ves y luego continúa con toda la alerta que puedas juntar, para la oportunidad que el momento ofrece. Mira hacia atrás, al anochecer de un día en el cual repetiste estos tres pasos varias veces, ¡es como mirar a una huerta repleta de frutas!

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Esta receta para vivir agradecido suena simple porque lo es. Pero simple no significa fácil. Algunas de las cosas más simples son difíciles, porque hemos perdido nuestra simplicidad infantil, y aun no hemos encontrado la de nuestra madurez. Crecer en gratitud es crecer en madurez. Crecer es desde luego un proceso orgánico. Así volvemos a lo que dije al principio,
superponer al flujo orgánico de la gratitud, una grilla, como una serie de” pasos” seguirá siendo arbitraria. Cuando estoy agradecido, no estoy ni precipitándome, ni pasando el día cabizbajo – estoy bailando. Lo que es verdad en la clase de danza, es verdad aquí también. Solamente cuando dejas de pensar en tus pasos, tu verdaderamente bailas.

David Steindl-Rast
Monje católico erudito interreligioso

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