Poemas, relatos y cuentos

Reflexión de fortaleza – La libertad

La libertad

Qué es la libertad?, me preguntaste.
La libertad, la tan nombrada, la cantada despacio y a gritos,
la de alas desplegadas y el espacio interminable por delante.
La libertad…
Y me quede pensando…
La libertad es una cama caliente cuando hace frio.
Y el pan desmigándose sobre el vestido limpio.
Es que llueva y nos mojemos si queremos mojarnos,
pero si no queremos…, un buen techo, un buen suelo…

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Elegir…, pero no solamente en lo abstracto, en lo ideal.
Elegir en la cosa cotidiana, eso pequeño y obvio
que no tiene la dimensión mágica de la paloma,
la rama de olivo y el laurel.

La libertad del niño que elige entre un zapato y una zapatilla,
entre un caramelo y un chocolatín.
La libertad de la mujer que elige entre
un hospital que queda cerca y otro que queda lejos…
y en los dos hay algodón, y alcohol, y sabanas lavadas,
no solamente la buena voluntad del médico,
no solamente el humanitarismo de quien juro salvar vidas.
La libertad del hombre para usar las horas que le sobran
después del trabajo…,
en vez de buscar un nuevo trabajo, una nueva obligación…,
porque si no, el salario no alcanza.

Cuando yo era pequeña,
la palabra libertad me llegaba envuelta en la bandera,
sacudida por altísimas notas de pífanos
y redobles sonoros de tambores.

Era, más que una verdad, una estatua.

Entonces…, yo creía más en los mapas que en el mundo:
países pintados de celeste, de verde, de amarillo,
ríos azules y montañas pardas…,
puntitos para separar las provincias y anchas líneas
para separar los países…
El mundo era un montón de casilleros,
cada cual con sus hombres que no podían mezclarse
ni juntarse con los otros.
La libertad era cuidar su propio casillero.
Pero después conocí el mundo,
y no encontré gruesas rayas ni puntos suspensivos
trazados en la tierra, señalando los limites.
Pero después conocí hombres de distintos lugares,
y no tenían señales que los diferenciaran…
y todos querían lo mismo: bienestar para ellos y sus hijos.

Y querían vivir.

Vivir, eso tan simple, eso a lo que tenemos derecho…,
y que a tantos se les termina por falta de remedios,
o por falta de techo, o por falta de pan.

Por eso mi libertad ha echado sus palomas al viento,
y ha puesto los laureles,
los mirtos y las ramas de olivo en un sencillo florero de la casa.

Porque si esta limitada por un chico que muere injustamente
por falta de las cosas esenciales,
si esta limitada por un chico que vende flores a la noche
o lustra zapatos, o extiende su mano pidiendo…
mi libertad no sirve para nada.
Y la cedo a cambio de cualquier rigor que nos obligue
a todos a mirar hacia los desposeídos,
los desheredados, los dolientes.

La libertad de hacer crujir el pan, y de abrazarte,
porque este abrazo entre un hijo y una madre,
apretado y caliente, es el verdadero nombre de la libertad
que debemos rescatar para el mundo.

Poldy Bird

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