El trigo
La hermosa narrativa de Juana de Ibarbourou,
muestra esa maravillosa manera de escribir
sobre las cosas sencillas de la vida, dándole
siempre un toque magistral.
Por frente a la ventana, donde me he sentado a coser,
acaba de pasar, lento y pesado, un carro lleno de trigo.
En la calle ha quedado un reguero de pajuelas
y espigas amarillas y brillantes.
Y todo mi corazón se va tras ellas
y mis ojos no se cansan de contemplarlas y mis dedos tamborilean
en los vidrios de la ventana, con ansias de traspasarlos
y alargarse hasta palpar ese rastro dorado.
Cuándo era niña, ¡cuanto me gustaba jugar en las parvas de trigo!
Mi cabello rebelde y negro tomaba reflejos dorados
bajo las pajitas brillantes que se prendían a él.
Era en la época en que el aire es tibio
y el viento tiene olor a margaritas.
Yo era una chicuela salvaje y alegre y mis ojos
no tenían entonces esta expresión ávida y triste que tienen ahora.
Juana de Ibarborou
De su libro: El cántaro fresco
Alfonsina Storni, Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou hacen que volvamos la vista a la poesía hispano americana.