Ser manso de corazón,

arrinconando  la  ira  al recibir una injuria.
Dosificar las palabras y evitar las ásperas.
Ser manso de obra, 

excusando  al que te ofende

y rogar a Dios para que le perdone.
Ignorar el daño, el dolor, la molestia,

pues no son fuente de la paz del espíritu.
Mantener firme el  corazón, en las propias convicciones.
Ser manso no implica no luchar,
es poner la suficiente energía para dominar el desorden, 
utilizando la calma para enfrentar a los que se agitan.
Observar las pequeñas olas de cólera
que rizan el lago de la mente
y  no permitirles que adquieran grandes proporciones.
Entonces… sólo así,
alcanzar un estado de tranquilidad interior…
de paz y de dulzura…
de mansedumbre.
 
                              Josefina Dao

                                 Mansedumbre

¿Quieres recibir los elixires en tu correo?

Suscríbete vía email:

Delivered by FeedBurner

Etiquetas: , ,

Leave a Reply