Los ojos del alma

Sólo los ojos que perforan los contornos superficiales
de las cosas son capaces de ver.
Todo lo demás es un espejismo surrealista
concebido en la ceguera de la mente.

alma7

La verdadera belleza yace en el interior.
A veces de una manera tan obvia,
que de tanto serlo,
no es creída.
Sin el complejo significado que le damos a cada hecho,
la naturaleza, y hasta el universo mismo,
dejarían de tener secretos.
Seriamos libres para ver sin desesperar…,
abstraídos de los temores más diversos
concebidos por millares de generaciones humanas,
inmoladas en la absurda levedad de su ser.
La levedad y la intensidad,
dos caminos antagónicos.
El uno conduce al común y a la muerte definitiva.
El otro nos convierte en seres especiales
con el don de trascender.
Todos tenemos al menos una oportunidad.
Pasamos por la vida sembrando hitos.
Cada hito es un punto de inflexión
que construye nuestro destino.
Esos hitos no tienen que ver con lo físico
y en un todo se relacionan con los sentimientos.
Queda claro, la sensibilidad se ejercita.
Elegimos donde dirigir nuestra vista
y aún cuando miramos,
podemos decidir no ver.
Pero además de posar la mirada en algo
o aún después de tomar conciencia y razón de un hecho,
decidimos en qué lugar del alma lo guardaremos.

Existe una memoria del alma,
que como la memoria del cuerpo,
su sensibilidad se ejercita.
Despojarse del peso insoportable de la levedad
y generar un auto espacio
que trascienda la trivialidad terrena,
es nada mas comenzar a ver con los ojos del alma
y no hacerlo ya con la lupa de la sinrazón.
Entonces:
cuando estemos seguros de estar viendo,
demos un paso más.
No todo es lo que parece
y no todo se parece a algo
que se encuentre guardado en nuestra mente.

Marcelo D. Ferrer

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